domingo, 9 de agosto de 2009

El día en que Abigail nació.

Como iniciar mi relato, he leído tantos que creo que lo importante es presentarme, me llamo Aby (nombre de estrellato), soy una mujer de 40 años, felizmente casada y mantenida, jajajajaja, tengo dos hijos una universitaria y otro por terminar el cole, vivo en Quito y mi relación como la de algunos miembros del blog es feliz junto a mi esposo.

Como podrán darse cuenta nos casamos muy jóvenes y ello ha llevado a madurar nuestra relación al pasar por altos y bajos que en todo tipo de matrimonio existen, me refiero a los económicos, jajajajaja, puesto que como pareja siempre nos hemos llevado super bien. Tanto más que este relato lo estoy escribiendo junto con mi esposo Daniel (nombre de estrellato).

No soy una mujer de portada pero me considero muy atractiva y sensual, educada, culta y de muy buenas costumbres.

He decidido compartir esta experiencia dada las múltiples charlas con una apreciada amiga y que por cierto han sido de lo más excitantes e insinuantes, por no decir húmedas, quien de manera cordial me sugirió la publique y aquí la pongo a vuestra consideración:

Todo comenzó, cuando Daniel decidió realizar un plan de estudios en una de las Universidades de Buenos Aires, el cual generaba múltiples viajes a Bs. As, al principio tenia que hacerlo solo puesto que los cursos eran extensos y bajo mucha presión tanto académica como económica, y prácticamente irme de turista no convenía, pese a que tenemos familia allí.

El hecho es que, como se necesitaba por efectos de los cursos, la realización de grupos de trabajo, a los que lógicamente acudían estudiantes argentinos, lo que motivo que Daniel, genere una gran amistad con sus colegas porteños, dentro del grupo de estudio formaba parte una chica llamada Karla, una morocha increíble, muy guapa, un buen cuerpo, muy delicada, con quien Daniel llego a tener gran confianza dada la cercanía del domicilio de ella con el Hotel en el que se hospedaba.

Como parte de los trabajos se debían realizar vía email, lógicamente entre Daniel y sus compañeros eran notables los correos y en especial con Karla.

Una vez previo a un viaje que Daniel debía realizar, esto, fue para la primavera del 2006, sonó el teléfono de casa y era Karla, preguntando por Daniel, le dije que no se encontraba y que le podía llamar al cel, pero entre esas y las otras nos pusimos a charlar un poquito y convenimos que sería mejor hacerlo vía mess, dado que el costo que le generaba a ella era muy alto, y como saben las cosas para ese tiempo no iban bien para Argentina, entonces decidimos hacerlo vía mess, vía email, y fruto de ello nació una gran amistad cibernética.

Como los hoteles a pesar de ser baratos en Bs As., pagarlos por una temporada resulta muy oneroso, Daniel decidió rentar un departamento y lógicamente maletas pa que se hicieron.

Había viajado varias veces a Bs. As., así que la zona en la que rentamos el dep, la conocía muy bien, tiendas, confiterías, cines, etc., de manera que mientras Daniel estudiaba, yo no hacia otra cosa que pasear, comprar algo para la casa, para mi, para los chicos, etc, etc.

Cuando estaba por terminar el curso, recibí una llamada, era Karla, quien me invitaba para almorzar dado que Daniel se iba a demorar en la U y que aprovechaba esa oportunidad para conocernos en persona, lo cual acepte de manera alegre y como estábamos en primavera me puse livianita y fui a la cita con mi ciber amiga, en uno de los restaurantes de la Recoleta, en ese tiempo estaba muy bien ese sitio, y claro entre carcajadas, recuerdos, lagrimas transcurrió el almuerzo, que iba acompañado de sus correspondientes copas de Malbec, la tarde era preciosa, la temperatura muy agradable, la compañía no podía ser mejor y las copas iban sonrojando las mejillas.

Hasta que en un momento, al caerse mi servilleta, dada la algarabía, Karla muy gentilmente la levanto, pero cuando lo hizo, no se de que forma rozó mi brazo que hasta este momento tengo la sensación, fue un corto circuito, un verdadero estremecimiento, no fue un rose común, fue uno especial, que puso todos mis cabellos de punta, mi pelo no, porque no lo tengo, jajajajaja.

Por cuanto estaba un poco alegre y debía regresar a casa, Karla se ofreció a llevarme lo que acepte con el mayor de los gustos, algo en mi interior me decía: si, si que te lleve que te lleve, jajajaja.

Llegamos al depar y me pidió que le prestase el baño, lo cual lo hice con el mayor de los agrados, salio, nos tomamos un café y fumamos un par de cigarrillos, en ese momento llego Daniel y entró a darse un duchazo, dado el calor primaveral de Bs. As., a inicios de Diciembre, Karla me dijo que era hora de irse a su casa y como buena anfitriona, le acompañe al lobby del edificio, bueno, para que describir lo que paso, pero fue un beso que me hizo temblar hasta las rodillas, un beso diferente, un beso de mujer, no es que me declare lesbiana, no lo soy, pero este fue diferente. Las mujeres si que sabemos besar, jajajajajaja.

Subí a la habitación y prácticamente me comí a mi esposo, era tal el grado de excitación y confusión que tenía, a mas de las copitas, que esa noche si que pago piso, jajajajaja.

Al día siguiente y gracias a Dios sin chuchaqui, ni fisico peor moral, Karla llamo a casa y nos invito a cenar al Juan M, una buena parrilla tipo “fusion” cerca de Figueroa Alcorta, creo que todavía hay ese restaurante, y como no podía ser de otra manera Daniel lo aceptó, nos quedaba un día apenas, y porque no pasarla bien con las “comadres” pero con la condición de que el pagaría la cuenta, agradeciéndole a Karla, las atenciones dadas a mi persona, y que atenciones jajajajajja.

Pues si, la cena paso entre risas, chismes, carne y vino, con la singularidad de que debes en cuando Karla me rozaba un poquito con sus pies, no se si lo estaría haciendo a propósito o era por los gestos de la conversación, pero si que me sentía muy bien y un poco húmeda, dado la osadía y audacia de nuestra anfitriona frente a mi esposo, el cual creo yo nunca se dio cuenta o lo disfruto para sus adentros.

Tenía que pasar al baño y Karla muy gentilmente se ofreció en acompañarme, creo que fuimos como tres o cuatro veces al baño esa misma noche, no era el efecto del vino sino los dulces y apasionados besos, besos muy calidos, roses de senos, toqueteos, caricias, suspiros, los que nos obligaban a ir continuamente. Definitivamente las mujeres besamos mejor.

Gracias a Dios, faltaban como tres viajes mas a Bs. As., pero eso es otra historia.

0 comentarios: